**Labios sangrantes sedientos de vida y recuerdos. Ingenioso destino el de la sombra susurrante, gira alrededor de la lluvia agonizante. Hacía una inmensa madre noche, volando, Tiritando, esperando a que su gemido sea oído. Fuego en sus ojos vacíos, llenos de sombras. Intensa sed de sangre entre épocas de existencia. Recuerdos olvidados Entre sueños teñidos de carmín**

lunes, 19 de enero de 2009

Hijos de la Oscuridad VII: "Estatua"

**Nunca se habían visto antes. Pero aún así posaron sus miradas en los demás. La estatua estaba encogida en su posición y el jilguero había volado buscando a su señora. Eliza torció el rostro e hizo sonar sus cadenas mirando a Madeleyn. Ésta negó con la cabeza y se sentó entre las tumbas medio rotas. No tenía nada que explicar. El castigo de Eliza duraría tanto como ella viviese, porque ella era la eternidad en todos sus sentidos. Y sin embargo Ezequiel también la miró. Madeleyn reconocía a aquel joven. Recordó encontrarle en el fondo del agua, mirando la luz que había sobre su cabeza en la superficie. Su corazón iba lento y el aire se le escapaba en burbujas por su boca, por eso le había otorgado la eternidad. Y aunque sabía que sufriría eternamente, no había sido lo bastante valiente como para arrebatarle aquel regalo. Eliza miró al cielo, las cadenas hacían llagas en su piel y éstas sangraban sobre las hojas muertas del cementerio. Sintió un escalofrío cuando Meyson pasó a su lado levantando a su alrededor las hojas del otoño.

No sabían por qué estaban allí. Los cuatro habían sido llamados. Los cuatro eran desconocidos y sin embargo se conocían sin saber la verdadera razón. Por eso no se fueron.

Ezequiel se acercó levantó su mirada cegada y se recostó en las rodillas de la mismísima eternidad. Su nueva madre. Madeleyn acarició sus cabellos.
No pude quitarle la vida, Ezequiel. Por eso te cedí la eternidad... como a muchos otros” susurraban sus ojos mientras de ellos saltaban lágrimas cristalinas que caían hacía arriba “Nunca me perdonaré haberte hecho esto, hijo mío
Libérame madre de éste castigo eterno. No quiero sufrir este dolor por la eternidad. Mátame para que pueda ser libre. Mátame tú, porque eres la única que puede hacerlo” Ezequiel sollozaba mientras rompía el silencio de la oscuridad de aquella noche.

De GrAn AuToRa


Con los primeros rayos del amanecer, su piel se tiñó de gris y sus rasgos se endurecieron. Las manos de Madeleyn acariciaban entre sus brazos a Ezequiel, aquel niño indefenso entre los brazos de su madre. De rostros tristes y curtidos, tiñéndose con la rapidez de una muerte de color gris piedra. Meyson les observó y dejó escapar un suspiro que heló las planta de su alrededor. Se adentró en el pequeño mausoleo de paredes gastadas con un rumor del viento. Eliza miró como amanecía, y sus ojos se adentraron más allá de todo lo que se podía ver. Con un movimiento de las cadenas que colgaban de su cuerpo entró tras Meyson dejando un rastro de sangre en la hierba seca.

Esperarían a la nueva noche. Cerraron con un crujido la puerta de piedra de aquella tumba elevada dejando su mirada posada en la nueva estatua de aquel cementerio**

2 comentarios:

  1. Maria eres la puta ama , en serio , esta genial , me encanta!!!
    Y por favor sigues escribiendo esta historia , me encanta
    Tu amigo Dani

    ResponderEliminar
  2. Maria eres genial y la historia esta genial , me encanta , sigue escribiendo !animo! que me deja con intriga.
    Tu amigo Dani

    ResponderEliminar

"Deja tu comentario aquí. Gracias"